LOS APLAUSOS NEGADOS EN EDUCACIÓN


Por: NILTON ROGER MAS ROJAS
Sub director de la IEE San Juan de la Libertad - Chachapoyas

Al no haber logrado clasificar a la siguiente ronda, Perú ha finalizado su participación en el mundial de Fútbol Rusia 2018, pues de tres partidos disputados, dos los perdió y quedó eliminado. A pesar de ello, todos fuimos testigos de que los peruanos nos unimos a una sola voz y nos pusimos de pie para aplaudir efusivamente a cada miembro de la selección que arribó a nuestro país, valorando el esfuerzo y la dedicación que cada jugador mostró en el terreno de juego. 

Eso está bien, pero si contextualizamos esta situación significativa en el campo educativo nos encontraremos con lo siguiente: “Un docente plantea tres preguntas a sus estudiantes, ellos se esfuerzan por resolverlo, le ponen el empeño suficiente pero sólo logran resolver uno. La pregunta es ¿aprueba o desaprueba? El docente dirá, si de tres preguntas sólo respondió correctamente una, le corresponde 6,67 puntos; y por redondeo, su calificación será 07. Es decir, está desaprobado”. Obrando así, el docente cree que ha actuado con justicia e imparcialidad; incluso este hecho es aceptado por el mismo estudiante y el padre de familia. Sin embargo, en esta calificación no se tuvo en cuenta el esfuerzo, las horas de dedicación, el empeño realizado, los aprendizajes que logró el estudiante producto de sus propios errores, el tiempo dedicado a la investigación, el grado de interrelación con sus compañeros, la participación en clase, etc. 

Irónico, ¿verdad? Somos capaces de aplaudir a los seleccionados, aún cuando fuimos el único país sudamericano que no logró el ansiado pase a los octavos de final, pero les negamos los aplausos a nuestros estudiantes. Ponemos puntaje aprobatorio a la selección e incluso decimos, y todos estamos de acuerdo con ello, que esta selección está en proceso; pero somos mezquinos a la hora de evaluar a nuestros estudiantes, y no nos damos cuenta que también ellos están en proceso. Exigimos perfección en los resultados, cero equivocaciones en el proceso y les desaprobamos por algún error cometido. Me pregunto, ¿y por qué no sancionamos con el mismo rigor a aquel jugador que erró el penal? ¿Saben por qué? Porque mientras la sociedad ha caído en la cuenta que para evaluar un suceso no sólo debemos tener en cuenta los resultados exitosos sino también los procesos bien llevados así como la superación de errores cometidos, parece que esta mirada todavía está muy lejana y ajena en educación. 

Por ello, a la luz de este claro ejemplo que nos deja nuestra participación en el mundial de fútbol, los docentes debemos repensar nuestra forma de evaluar. Hoy más que nunca, toma sentido la evaluación de competencias y no de conocimientos. No es posible seguir evaluando sólo resultados acertados en pruebas y exámenes descontextualizados, sino también debemos otorgarle el verdadero valor al esfuerzo y aprendizaje que ocurre durante el proceso. Es bueno fijarse en la respuesta correcta, pero también hay que detenerse en analizar y valorar el esfuerzo invertido en el aprendizaje. 

¿Por qué limitarse a medir respuestas acertadas y no valorar la energía, el esfuerzo e interés del estudiante? ¿Por qué le negamos el aplauso, e incluso sancionamos con desaprobación, a nuestros estudiantes que se equivocan en sus respuestas? 

Estimados maestros, os invito a desterrar los aplausos que hasta ahora, son negados en educación.

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