UN PERUANO EXCEPCIONAL


(Homenaje a Alejandro Toribio Rodríguez de Mendoza)

Por: NILTON ROGER MAS ROJAS
Educador

La historia del Perú, y en este caso de la región Amazonas, y de Chachapoyas en particular, está plagada de personajes que han aportado en su desarrollo. Enumerarlos sería un justo homenaje; sin embargo, corremos el riesgo de dejar de lado a algunos de ellos.
De acuerdo con Howard Gardner, toda persona tiene predisposición de trascender en una de estas ocho inteligencias: matemática, lingûística, kinestésica, espacial, musical, naturalista, intrapersonal o interpersonal. Por ello encontramos gente con muy buen talento para la matemática pero nulo en deporte, o también nos encontramos con buenos deportistas que no han desarrollado su inteligencia musical o interpersonal. Sin embargo, también hay quienes dominan más de un tipo de inteligencia. Son pocos, pero hay. Precisamente, Alejandro Toribio Rodríguez de Mendoza Collantes es una muestra de ello. Nacido en Chachapoyas el 17 de abril de 1750, hijo de don Santiago Rodríguez de Mendoza Hernani de Arbildo y de la señora Juana Josefa Collantes García de Perea, este ilustre chachapoyano, fue sacerdote, periodista, abogado, político y maestro; y en todos, destacó llegando a ocupar los más altos cargos. Como maestro fue rector de la Universidad Nacional de Mayor de San Marcos, y del Real Convictorio de San Carlos, como abogado fue nombrado Decano del colegio de abogados de Lima, como periodista fue miembro de la Sociedad de Amantes del País, la misma que fundó el célebre Mercurio Peruano, como sacerdote, fue asignado al Curato de Marcabal en Huamachuco – Trujillo.
En fin, en mi caso personal, me llama la atención el talento multifacético de Rodríguez de Mendoza y me pregunto: ¿Qué fue lo que influyó en la vida de este insigne prócer y precursor de la independencia para desempeñarse tan bien, y con solvencia académica, en diferentes campos del saber?
Leyendo a sus biógrafos, he encontrado tres acontecimientos que ocurrieron durante la niñez de Toribio, que debemos resaltar:
  1. Toribio nació y creció en el seno de una familia cristiana del que aprendió y practicó valores, como la sencillez, la modestia y la humildad.
  2. Durante su época escolar, escaseaban los centros educativos de instrucción, por lo que sus padres tuvieron que solucionar tal carencia de manera particular en su propio domicilio.
  3. Quedó huérfano de madre a corta edad, y unos cuantos años después, cuando tenía sólo doce (12) años, ingresó al seminario para empezar su formación sacerdotal.

Estos tres acontecimientos de su vida, sumado a sus dotes y talentos innatos, debieron haber marcado en el desarrollo psico emocional y social de este insigne chachapoyano, dándole la madurez necesaria. El es una muestra de que la fe y el conocimiento no tienen por qué distanciarse. Es el político luchador de las causas justas por la libertad, pero también es el amigo, pastor y teólogo de las almas que necesitan de Dios. Es el revolucionario de ideas dispuesto a romper esquemas, pero es el ser humano obediente y sumiso a la doctrina que defiende. Todo lo que sus padres sembraron en él cuando aún era pequeño, fue el trampolín que le sirvió para destacar con eficacia y efectividad en diferentes campos.
Estimados padres de familia: ¡Qué duda cabe! Lo hemos dicho, lo decimos y lo seguiremos diciendo: “El niño, joven o adolescente es el reflejo de lo que ocurre en el hogar”, y en esta semana toribiana no solo debemos rendir homenaje a Toribio Rodríguez de Mendoza sino también a sus padres, pues fueron ellos quienes lo formaron, lo educaron e hicieron de él, el prócer, el precursor, el político, el sacerdote, el abogado, el periodista, el maestro y sobre todo hicieron de él, un peruano excepcional.

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