¿CÓMO PUEDE UN MAESTRO ENSEÑAR SIN HABLAR?

Por Nilton Roger Mas Rojas

Adaptación de "¿Por qué los profes se sientan encima de las mesas?" de Dolores C. Alvarez Peralías lenguaje

A la hora de enseñar no todo es cumplir con el desarrollo de una sesión de aprendizaje programada cronometralmente la noche anterior. Durante la clase, o mejor dicho, delante de los estudiantes el maestro también tiene que cuidar hasta el más mínimo detalle. No olvidemos que somos modelos para ellos. Con frecuencia nos tomamos una serie de licencias que, curiosamente, después a ellos y ellas se las achacamos como negativas. Por ejemplo:
  1. Dónde y cómo sentarte. En la mayoría de las salones hay una mesa y un sillón conocido como el pupitre del profesor. Procura sentarte lo menos posible para que el estudiante que está al fondo de la clase te ve bien. Si estás hablando, es mejor que lo hagas de pie, así llegas a toda la clase. Si el alumnado está trabajando, individual o grupalmente, mejor es que estés dando vueltas por la clase y así puedas ayudar las posibles dudas que puedan ir surgiendo. No te sientes encima de tu pupitre o al borde de cualquier mesa, eso da mala imagen y al alumnado no le gusta, es una postura demasiado informal para transmitir seriedad, respeto y buen hacer. Invita, de vez en cuando, a algún estudiante a que se siente en tu mesa, eso les da protagonismo y empezarán a desmitificar el elemento de poder que tiene esa mesa y ese sillón.
  2. Estar de pie. Estar de pie en la clase, con frecuencia prohibido al alumnado, te hace estar más cercano y poder ir estrechando puentes que favorezcan las relaciones, se te escuchará mejor y empezará a forjarse un buen clima de grupo. De esta forma, si están trabajando, individual o grupalmente, podrás acercarte a un alumno o alumna determinado y tal vez preguntarle por alguna situación familiar o por qué faltó el día anterior. Estar de pie, paseando por la clase, ayuda al alumnado más tímido a verte más cerca y quizás se atreva a preguntarte algo que le costaría horrores hacerlo en público. Estar de pie en clase significará que deberás pensar previamente en llevar un calzado cómodo de forma que te puedas mover con facilidad, de lo contrario no llegarás a la sexta hora y además podrás salir corriendo ante cualquier emergencia, algo que es frecuente en nuestras clases.
  3. Los movimientos de las manos. Con las manos también nos comunicamos. Si estás de brazos cruzados y no gesticulas lo suficiente, puedes estar aburriendo soberanamente al personal, evita estar tocándote continuamente el pelo, la nariz, las gafas… En ocasiones es bueno tener algún contacto con el alumnado para que nos sirva de ejemplo, o para llamarle discretamente la atención si ves que no está atendiendo, un solo toque en el hombro será suficiente. Las manos pueden mostrar algo que nos ayude en nuestra propia comunicación. En la enseñanza de idiomas es muy frecuente que el profesorado esté continuamente gesticulando al hablar, eso ayuda a la comprensión de una situación o de una palabra concreta.
  4. El contacto visual. Si quieres despertar el interés y la atención de tu alumnado, míralos a la cara, no pierdas tu mirada en el infinito. Tu cara puede mostrar las emociones que estás sintiendo, así puedes transmitir el entusiasmo por tu materia. No te fijes solo en los primeros de la clase porque el resto no se verá incluido en lo que estés comunicando y tenderán a aburrirse. ¿Te has dado cuenta que hay estudiantes traviesos que son ignorados, que ni visual ni verbalmente han contactado con el profesorado en toda la mañana? Quizás un acercamiento más continuo hacia esas personas los haga cambiar de actitud, plantéatelo.
  5. Entrena habilidades verbales. No podemos enrollarnos con ideas muy complejas que desmotiven al alumnado, hay que ir a lo concreto, a las ideas principales, expresadas con claridad.

Finalmente, todo maestro debe tomar en cuenta los siguientes consejos:

– Prepara tus clases, escribe las ideas esenciales, estructura tu discurso en partes claramente diferenciadas, piensa en las personas que te van a escuchar “El receptor no tiene que hacer ningún esfuerzo para entenderte, tú tienes que hacer el esfuerzo de explicarte”
– Si notas que tus estudiantes no te entendieron, explícaselos nuevamente, no esperes a que ellos pregunten, no les eches la culpa a ellos, mas bien piensa que tu forma de transmitir no haya sido la adecuada.
–  Si te muestras como que eres tú el que todo lo sabe establecerás una barrera en la comprensión y un alejamiento emocional. Recuerda que sólo eres un facilitador.
–  Explica las palabras nuevas, no des por supuesto que deben entenderla previamente.
–  Evita muletillas y extranjerismos.
– Conecta con el alumnado haciéndoles menciones de su entorno más cercano, para eso debes conocerlo bien, de esta forma te los ganarás y estarán más receptivos hacia el aprendizaje.
– Utiliza frases breves, atractivas y memorables (Técnica BAM) porque servirán para recordar y aprender significativamente lo que estés transmitiendo.
–  Se recuerdan más las anécdotas que el contenido en sí. Utiliza expresiones coloquiales, anécdotas, metáforas, comparaciones…

Concluyendo, debemos estar pendiente de todo lo que vamos transmitiendo no solo con la voz sino con el lenguaje no verbal, con los silencios, con nuestra actitud, con nuestras emociones… todo sirve de modelo y todo enseña a nuestro alumnado.

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